Capas · Historia · Color / Barcelona
La reforma integral de un piso barcelonés de 1901 crea una planta flexible inspirada en "La Herencia" de Coderch y emplea el color para señalar las distintas capas de la historia de la vivienda. Una clara apuesta por reutilizar en lugar de demoler.
VB
En el corazón del Quadrat d’Or de Barcelona encontramos esta magnífica vivienda ubicada en un edificio modernista de 1901. Se trata de dos pisos principales que se unieron en una única propiedad a mediados del siglo XX, manteniendo sus dos puertas de acceso. La vivienda pasó a sumar 390 m2, más 65 m2 de sótano y 195 m2 de terraza. Pero, además, sumó nuevas capas decorativas de carácter neoclásico.
Lo que más nos impactó al entrar por primera vez en la vivienda fue su imagen de solemnidad aparente. El pasado modernista había sido eliminado prácticamente en todos los espacios, conservándose solo las puertas y ventanas, los techos originales en las dos habitaciones con tribuna y los suelos hidráulicos en dos habitaciones secundarias. El modernismo fue substituido por elementos neoclásicos que se agregaron en las crujías principales buscando una imagen de lujo y opulencia (suelos de mármol travertino, columnas, pilastras, medallones y figuras...). Los refuerzos estructurales que se habían añadido en 1955 en las crujías secundarias -cuando se realizó la remonta del edificio y se unieron ambos principales- también habían sido recubiertos con una estética neoclásica, buscando "ennoblecer" los espacios de tránsito, mucho más sencillos en su periodo modernista.
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Los clientes, un matrimonio con tres hijos que estudian fuera, buscaban un piso donde establecer su nuevo hogar en Barcelona. Un hogar familiar donde cada miembro de la familia pueda sentir que tiene su propio espacio y donde puedan reunirse todos, incluso con los abuelos, en fechas señaladas. Así mismo, necesitaban poder acoger a familiares y amigos de visita en la ciudad.
Al descubrir este inmenso principal, hubo muchos puntos que les encajaron y fascinaron, pero les inquietaba tener la sensación de estar habitando un gigante ”palacio neoclásico” cuando estuvieran los dos solos.
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El reto era mayúsculo. ¿Cómo hacer que la planta fuera flexible según las necesidades cambiantes de la familia? ¿Cómo transformar este “palacio neoclásico” en un hogar moderno? ¿Qué hacer con las capas decorativas que se habían superpuesto a la vivienda modernista original? ¿Debíamos eliminarlas todas en una intervención más radical y costosa, borrando también su memoria?
VB
La vivienda, con un total de 650 m2, debía convertirse en un espacio que se adaptara a las necesidades cambiantes de la familia. Teníamos que encontrar la manera que pudiera funcionar para 14 personas, cuando se reuniera toda la familia, pero también para solo 2 personas, cuando los hijos no estuvieran.
Aquí vinieron a nuestra mente las enseñanzas del maestro Coderch: ¿si la vida de las personas es cambiante, según el momento vital, por qué las plantas tienen que ser rígidas?
El legado de "La Herencia" de Coderch, en la que el arquitecto diseña una planta flexible donde el espacio crece y decrece según las necesidades cambiantes de una familia, nos dio la idea para resolver la distribución en planta de la mejor manera posible.
Creamos unas puertas correderas, estancas y con cerraduras, que abren o cierran zonas, según las necesidades. El espacio puede configurarse en una única vivienda de 7 habitaciones o en dos apartamentos con entradas independientes y una zona intermedia que, abriendo o cerrando estas compuertas, puede crecer o decrecer en un sentido u otro.
Se conserva la huella del pasado,
adaptando el espacio a una nueva manera de vivir del siglo XXI.
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Decidimos afrontar el reto con humor y honestidad, mostrando la historia del espacio, partiendo de lo existente. Apostamos por una intervención valiente y atrevida que emplea el color -o su ausencia- para señalar las distintas etapas que vivió la vivienda.
· Unas cintas de color intenso envuelven las crujías principales, de modo que suelos, techos y paredes paredes perpendiculares a fachada quedan "señalados" y las paredes paralelas a fachada conservan el color blanco que rocorre toda la vivienda. El azul y el verde son los colores elegidos para señalar los elmentos neoclásicos agregados; estos dos colores se escogen acorde con los tonos de las carpinterías originales de ambas fachadas.
· En las crujías secundarias, donde se habían añadido refuerzos estructurales, se eliminan los artificios decorativos buscando la piel original. Al hacerlo, quedan a la vista elementos que aportan una imagen más industrial: techos de vigueta y bovedilla, vigas y pilares de hierro.
· Los espacios que conservan elementos modernistas, se pintan de blanco cubriendo las carpinterías de madera y los techos con molduras de origen.
Vilablanch desarrolla una propuesta gráfica potente y atrevida que recorre toda la vivienda a modo de cortes contundentes entre el color y el blanco, dando como resultado un proyecto de gran personalidad y fuerza expresiva.
La intervención, basada en un concepto donde la aplicación del color va más allá de la simple estética, convierte un piso de falsa personalidad neoclásica en un hogar de gran potencia visual. Para llevarlo a cabo, encontramos un gran aliado en Kerakoll. Por un lado, los intensos colores de su colección nos despertaron la inspiración de grafiar aquello que queremos señalar; en este caso, la historia del espacio. Por el otro, técnicamente nos permitían envolver con un mismo color diferentes materiales (mármol, madera, yeso, hierro...) y dar una segunda vida a los elementos agregados hace 70 años en un espacio originalmente modernista. Reutlizar en lugar de demoler.