Loft industrial en el centro de Barcelona / Barcelona
Rehabilitación, interiorismo y reciclaje de un loft con un look industrial
El loft está ubicado en un inmueble del ensanche barcelonés fechado sobre 1930. Ocupa la parte final de la planta baja, justo en el centro de las dos escaleras de acceso al edificio, y tiene una superficie de unos 800 m2 divididos en dos plantas. Es una gran planta rectangular con ventanas a ambos lados que dan a patios interiores de manzana y seis columnas de ladrillo alineadas de dos en dos.
Al parecer el espacio se construyó para albergar las caballerizas de la finca. Más tarde, fue ocupado por los talleres de una imprenta y, incluso, algunos vecinos recuerdan que el sótano del loft se utilizó como refugio durante los bombardeos de la guerra civil.
El loft está ubicado en la planta baja de un edificio del centro de Barcelona. Benito Escat, de Invest Pedralbes, realizó las obras de reforma del espacio y las interioristas del estudio vilablanch y Mercè Colomer, idearon la distribución de los espacios y del mobiliario.
El encargo que recibieron de Benito Escat fue conseguir un estudio que fuera habitable con la mínima inversión posible y reciclando el máximo de elementos, tanto de la estructura como del mobiliario original con el que contaba el propietario.
El estilo tenía que respetar las características de un auténtico loft: un espacio único y abierto que tuviera un look muy industrial.
La reforma se centró básicamente en limpiar todas las intervenciones que había sufrido el espacio para recuperar así la estructura original, dejando sólo los rastros y las cicatrices del paso de los años y de la gente que lo ha habitado.
- Se limpiaron suelos, paredes y techos, retirando múltiples capas de yeso y cemento. Se retiraron los falsos techos de cañizo, que dieron paso a los altillos originales con bovedillas, y se fueron eliminando los revocos de paredes y vigas.
- El suelo se dejó tal cual, con la base de cemento gris y algunos restos de diferentes pinturas.
- Las paredes de ladrillo también se recuperaron y se aislaron con un capa de látex que las protege de la humedad y la suciedad.
- Se dejaron a la vista las seis vigas de ladrillo y se abrieron cuatro nuevas claraboyas de cristal en el suelo de la planta baja para poder iluminar el sótano inferior.
- Aprovechando el hueco de un antiguo elevador situado junto a la puerta de entrada, se colocó otra claraboya transparente, con los peldaños también acristalados.
- Todas las instalaciones de luz y agua se dejaron a la vista, con grandes tubos que recorren sin complejos las paredes de ladrillo de toda la casa.
Con la estructura original a la vista, el primer reto era cómo hacer habitable un espacio de tantos metros. ¿Cómo conseguir que un espacio tan diáfano y tan industrial resultara funcional y, al mismo tiempo, agradable y cálido?
El otro gran condicionante del propietario fue que había aprovechar todo el mobiliario, la iluminación, los complementos y las piezas de arte, que ya tenía en su anterior vivienda. Ni se añadieron ni se descartaron piezas. Se realizó un proyecto de auténtico reciclaje de todos y cada uno los muebles y complementos existentes.
Por último, el propietario contaba con piezas singulares y colecciones de diferentes objetos, reflejo de diferentes etapas de su vida y de muchas de sus inquietudes, que necesitaban tener un lugar destacado. Entre las piezas había una colección de relojes antiguos, otra de bolas del mundo, de libros antiguos, y una moto Harley Davidson que es su pieza preferida (ganadora de un campeonato norteamericano del 2007), y que ocupa ahora un lugar destacado junto a la mesa de reuniones.
Según las interioristas del estudio vilablanch, lo que aparentemente debería resultar sencillo, que es distribuir el mobiliario sobre una superficie de muchos metros, no resultó nada fácil.
Lo habitual es zonificar a partir de las paredes pero, en este caso, no se podían situar las piezas cerca de las paredes porque todo se hubiera visto más vacío. Además los seis pilares existentes dividían la planta en micro áreas y no ayudaban a crear una distribución fluida.
Después de buscar y estudiar cuál sería la mejor distribución para este gran espacio, nos dimos cuenta de que la solución era organizarlo de forma radial, desde el centro hacia afuera. Ir distribuyendo el espacio a partir de una gran zona central que es el área de estar.
La solución fue disponer el salón central, con los dos sofás, las butacas y el módulo para la televisión, y a su alrededor ir repartiendo otras áreas de estar, menos importantes como pequeños focos de atención: el despacho con la zona de bolas del mundo a un lado, la de los libros en el otro extremo, el rincón de la chaise longue…
La distribución del dormitorio presentaba el mismo problema que la planta alta: cómo conseguir un dormitorio acogedor, funcional y espacialmente bien organizado. La clave fue situar la cama en el centro del espacio, dejando atrás un armario abierto de más de 10 metros lineales que se ha dispuesto como un vestidor longitudinal que recorre toda la pared y da mayor profundidad y acogimiento al espacio.
A la izquierda se sitúa la zona de baño, con la bañera, la ducha y el lavabo dispuestos con la intención de mostrarlas como piezas independientes, que tienen atractivo por sí mismas, y no sólo como una composición de baño.
La barandilla de la escalera de acceso a la segunda planta es una valla de obra que se ancló al suelo original. La escalera también se conservó en lo posible, revistiéndola con una plancha de hierro plegada, de forma que desde el lateral se ve el dibujo de la escalera original pero la superficie de la escalera queda bien protegida.
En esta planta baja se ubica una zona de estar más lúdica e informal, y tres dormitorios, uno de ellos una suite que tiene más de 100 m2. Se decidió pintar todo el espacio de blanco (suelo, techo y paredes), para dar una mayor luminosidad y se abrieron dos estratégicas claraboyas que dan luz a la zona de distribuidor de los dormitorios.
Lámparas de algodón blanco y estanterías Cloud, de Cappellini, en Minim. Taburetes blancos Medrazzo de Zanotta. Sofá de la antigua vivienda y antigua máquina de discos adquirido en almoneda.
Frente a la cocina y disfrutando de la luz natural, se sitúa la gran mesa de comedor presidida por una lámpara antigua de cristales de color. La mesa de comedor procede de la primera vivienda. La lámpara de cristal se adquirió en un anticuario de Sant Cugat.
Al otro lado, se sitúa otra mesa de comedor, procedente de la terraza de su anterior vivienda, y se ha concebido como un espacio multifuncional donde celebrar reuniones de trabajo.
En este lugar, se coloca la pieza preferida del propietario: una Harley Davidson de coleccionista. Mesa de comedor de Gandía Blasco y sillas negras Panton de VITRA, en Minim. Las lámparas proceden de una fábrica antigua. Cuadro de torero de Ignacio Lecum
Siguiendo la línea del reciclaje, los materiales elegidos fueron los más económicos posibles. Se utilizaron muchos elementos industriales: el suelo de cemento que se dejó tal cual, las puertas de la planta inferior que son un modelo industrial y otras piezas recuperadas de fábricas y derribos.
Butacas Low Pad en piel negra de Cappellini y lámpara de Minim. Cuadro de Manolo Valdés.
La cocina es también un buen ejemplo de reciclaje y adaptación al espacio. Los muebles eran los originales de la primera vivienda del propietario y pasaron de estar montados como una cocina cerrada a un nuevo enfoque o uso de cocina completamente abierta y expuesta frente a todo el espacio de la planta. La pared frontal tiene más de 40 puertas de 60 x 60 cm que dibujan un perfecto puzzle de piezas regulares sobre más de 5 m lineales de pared.
Mobiliario de cocina de DADA. Isla modelo Banco y columnas modelo Nuvola, color blanco lacado brillante. En la isla, taburetes Tate en piel blanca, de CAPPELLINI.
A partir de la rampa de la entrada central, se dispuso a la izquierda la gran cocina abierta y a la derecha, una zona libre de acceso a la planta inferior.
La puerta es antigua y se adaptó a la arcada que formaba la entrada de la vivienda. Lámpara Notte blanca de Viabizzuno y sillones blancos Thinking Man’s Chair de Cappellini, adquiridos en Minim.
Los sofás, la mesa de centro y el módulo donde se ubica la televisión proceden de la antigua vivienda. Las butacas deco son piezas de anticuario, igual que la consola y las mesas auxiliares de los lados. Al fondo, cuadro bodegón de Miguel Macaya.
Chaise-longue original de Eames.